LA "SERIELA"

por Alejandro Hoyos

Los tiempos cambian y los televidentes también. Estamos presenciando un fenómeno particular: la muerte de la novela como género televisivo y el surgimiento de un híbrido extraño, pero necesario para una transición exitosa entre-géneros: la Seriela.
Mientras la estructura de una serie -al estilo americano- se divide en temporadas y cada temporada consta de entre 7 y 24 capítulos de una hora, según el producto a elegir, una telenovela en formato tradicional consta de hasta 240 libretos de media hora -120 episodios al aire- y a veces más, cuando su éxito hace que decidan alargarla. Un ejemplo: Rebelde que llegó a 440, es la segunda novela más larga de Televisa después de la legendaria Mundo de Juguete que alcanzó los 605 capítulos transmitidos.
Sin embargo, recientemente Televisa comenzó a apostar por ese inevitable cambio de formatos con productos como El Hotel de los Secretos, Yago, Sin Rastro, Mujeres de Negro y próximamente La Candidata, entre otros proyectos en producción. Éstas ‘series’, como las llama la empresa, constan de entre 25 y 40 episodios -a excepción del Hotel que tiene 80. El resultado visual y en lenguaje de estos programas parece reflejar el peculiar sistema de trabajo que se usa para realizarlas: el crew principal -directores de escena y cámaras, personal de producción, camarógrafos, el floor manager e inclusive los productores ejecutivos y asociados- han forjado su experiencia realizando telenovelas y ahora trabajan junto a un cinefotógrafo, un gaffer y staff de iluminación con experiencia en cine y comerciales. Ésta combinación ha dado como resultado un curioso género intermedio. Una narrativa a tres cámaras, la música, tipo de encuadres y edición típicos del melodrama y al mismo tiempo, una iluminación contrastada, escenografía, vestuario y utilería imperfecta, no ‘siempre bonita’- y por supuesto, guiones mucho más libres en temáticas, lenguaje altisonante, violencia, sangre y sexo. En cuanto a la estructura de las historias, a éstas serielas aun les hace falta esos ricos finales de temporada que tanto nos gustan a los fanáticos de las series, que sirven para dejarnos picados un tiempo y esperar con ansia los nuevos capítulos. Las serielas tienen aun el final único de las telenovelas. Pero ya podemos disfrutar de actuaciones mucho menos acartonadas, más realistas y convincentes. Y de personajes que no son Héroes Buenos y Villanos Malos, sino seres con matices menos definidos y más humanos. Disfrutemos pues de éste género de transición, porque al final pasó lo que muchos pensaron que no pasaría: el cuento de la Cenicienta contado una y otra vez, sí aburre, sí aturde y por un largo tiempo nos lo chutamos porque no teníamos otra cosa que ver. Pero ahora sí y podemos dejarlo en el librero por fin, para buscar -y en nuestro caso, realizar- otro tipo de historias más interesantes.

Por cierto ¿mencioné que también se están erradicando los eternos finales felices? Al menos una de las nuevas series arriba mencionadas NO tiene un final feliz, mas bien lo contrario. Y si eso no representa también un gran avance y muestra de madurez en la televisión mexicana, entonces no sé que sea. Enhorabuena.  



FOTO: TELEVISA

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